
ADVIENTO 2019
El Adviento, un tiempo que nos reta a la perplejidad y a la lucidez del Evangelio “Tiempo de luz” como una hoguera que ilumina la oscuridad de la noche sin que las tinieblas puedan terminar con ella. No es que no haya tinieblas ni que los tiempos no sean oscuros, sino que en el espesor de la noche ha irrumpido la luz, como un fuego inspirador de miles de fueguitos que iluminan y caldean nuestro corazón y nuestro mundo, señalando que la Buena Noticia es verdad, que está encarnado y que haya huellas y señales de su presencia entre nosotros y nosotras. Dios no se cansa de permanecer en estado de buena esperanza y de urgirnos a ser sus parteros y parteras en nuestro propio corazón y en nuestros ambientes.
En nuestra comunidad este curso entre otros objetivos tenemos “el cuidarnos entre todos y todas”, cuidar nuestra comunidad que es nuestro tesoro. El cuidado tenemos que llevarlo a nuestras familias, nuestro barrio, nuestros entornos y nuestro mundo. Conectados y ¿vinculados?. El papa Francisco en su encíclica Laudato si, expone con claridad un pensamiento común en el mundo actual, cuando sostiene que todo está conectado, es inseparable la naturaleza, la humanidad, el espíritu. El verdadero reto está en saber vivir vinculados realmente y en comunión del ser humano con la naturaleza, consigo mismo, con los demás y con el absoluto, Dios.
Mantengamos una actitud atenta, al Dios que en todo tiempo quiere dar a luz algo nuevo en nuestras vidas, en nuestros contextos y en nuestro mundo.
Reflexiones recogidas de Pepa Torres. El grupo de Liturgia
BIENAVENTURANZAS DEL ADVIENTO
Felices quienes siguen confiando, a pesar de las muchas circunstancias adversas de la vida.
Felices quienes tratan de allanar todos los senderos: odios, marginaciones, discordias, enfrentamientos, injusticias.
Felices quienes bajan de sus cielos particulares para ofrecer esperanza y anticipar el futuro con una sonrisa en los labios y con mucha ternura en el corazón.
Felices quienes aguardan, contemplan, escuchan, están pendientes de recibir una señal, y cuando llega el momento decisivo, dicen: sí, quiero, adelante, sea, en marcha.
Felices quienes denuncian y anuncian con su propia vida y no solo con meras palabras.
Felices quienes rellenan los baches, abren caminos, abajan las cimas, para que la existencia sea para todos y todas más humana.
Felices quienes acarician la ros, acercan la primavera, regalan su amistad y reparten ilusión a manos llenas con su ejemplo y sus obras.
Felices quienes proclaman que siempre hay un camino abierto a la esperanza.
Del libro de Cáritas “Conectados y…¿Vinculados?”